jueves, diciembre 20, 2007

He estado leyendo muchísimas cartas que dirigen a Papá Noel, de los niños, y también de los mayores. En la mayoría de ellas se enumeran los regalos que cada uno quiere recibir en esas fechas. En cambio muy pocas o casi ninguna recuerda el verdadero espíritu de la Navidad.

El Nacimiento del Niño Dios para redimir al mundo, y la obra de San Nicolás de ayudar a los niños pobres, fueron el origen de los obsequios que se reciben en la Nochebuena.

¿Cuál es el verdadero significado de esos regalos? ¿Hemos ayudado al prójimo? ¿Hemos donado algo nuestro, realizado un pequeño sacrificio para dar una alegría a los que menos tienen? ¿Nos hemos puesto a reflexionar que en medio de tantos problemas de la vida actual, siempre hay muchos que tienen muy poco, mucho menos que nosotros? ¿Hemos recordado a los niños que yacen enfermos en hospitales y que quizás nunca tuvieron un juguete o una golosina navideña?

Aún estás a tiempo de ayudar a los demás, pues en cualquier fecha podemos revivir el espíritu de la navidad el sentido de solidaridad hacia los demás.

Abre tu corazón a quien necesita tu ayuda; y no esperes a que te la pida para ofrecerla.

Haz un sacrificio para compartir con otros tus cosas, y notarás que -aunque no te traigan el regalo anhelado en Navidad- te sentirás satisfecho, con el corazón repleto de gozo, por haber realizado una obra de bien.

Jesús repartió los panes.
Reparte tú lo que puedas compartir.

© autor: Nidia Mabel Cobiella

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