domingo, enero 18, 2009

Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar. Cuando confíes en ti mismo aunque todos duden de ti y dejes de preocuparte por el qué dirán.

Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como largas en resultados.

Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ella altere el metabolismo de tu vida.

Cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla y prefieras la eterna lucha a la falsa victoria.

Cuando actúes por convicción y no por adulación. Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perder tu humildad.

Cuando sepas perdonar tan fácilmente como ahora te disculpas.

Cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un hombre y junto al rico sin pensar que es un Dios.

Cuando sepas enfrentar tus errores tan fácil y positivamente como tus aciertos.

Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza. Cuando sepas manejar tu libertad para pensar, hablar, leer, escribir y hasta escuchar, sin caer en los excesos.

Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras y tu ausencia a quien no te aprecia.

Cuando ya no debas sufrir para conocer la felicidad y no seas capaz de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.

Cuando no trates de hallar las respuestas en las cosas que te rodean sino en tu propia persona.

Cuando aceptes los errores y no pierdas la calma...

Sólo entonces podrás considerarte un Triunfador.

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