lunes, noviembre 24, 2008

« ¿Porqué demonizan la copia cuando es la materia de la que está hecho el aprendizaje?

No vivimos aislados, vivimos en red, en continua comunicación; desde que nacemos y somos socializados absorbemos continuamente conocimientos imitando, copiando y sampleando. No hay otra manera de hacerlo. El conocimiento se da por la imitación y la copia.

Así se constituye nuestro imaginario cultural, en el cual nos inspiramos y permite la creación de nuevas ideas, obras de arte, teorías, etc. Toda creación cultural, toda ampliación del conocimiento se basa en esta tradición recibida, de manera que ninguna creación es completamente original ni sería posible sin la existencia de este patrimonio colectivo.

Bien lo saben las grandes multinacionales de la cultura que desde siempre se han enriquecido rentabilizando cuentos y músicas populares que han saqueado de nuestro patrimonio común o de la creatividad de las personas que crean por el simple hecho de comunicarse y de contar.

En la era digital y de la comunicación, “lo digital” son nuestros recuerdos compartidos y la comunicación, las redes que los conectan. “Lo digital” es la materia de lo que está hecha nuestra memoria contemporánea. Querer lucrarse ávidamente de lo que es nuestra forma natural de aprender - copiar - en el momento de su mayor florecimiento, esto sí es un saqueo.

Muchos comparan este cambio tecnológico con la invención de la imprenta, herramienta que revolucionó la difusión de la cultura gracias a su capacidad de copiado, más rápido y fidedigno al original que el que pudiera realizar el copista más estimado de la época. La utilización de la imprenta extrajo de los monasterios los libros que sólo estaban al alcance de una élite privilegiada, a pesar de la poderosa oposición de unos pocos, movidos por sus intereses particulares. Es cierto que los copistas se quedaron sin su trabajo y debieron dedicarse a otra cosa pero, ¿quien sería capaz hoy de prohibir la imprenta?

Algo similar sucede en la era digital. Las nuevas herramientas benefician incluso a la industria del entretenimiento, esa pequeña parte de la producción cultural que trata de defender sus intereses particulares a costa de los demás. Ellos son hoy esos pocos que se oponen a la nueva imprenta, paralizando injustamente el desarrollo de la circulación del conocimiento.

LA PIRATERÍA NO EXISTE, LOS PIRATAS SON LOS PADRES

Es simplista y tendencioso dividir a la población en los que copian y los que compran, cuando todos hacemos ambas cosas a la vez.

Sería como llamar piratas gastronómicos a los que cocinan sin comprar libros de recetas.

¿Cómo habrá que decirlo?: El hecho de que recopile música por internet y que esto haga de mi un melómano, me provoca mucho más interés para acudir a conciertos y para que compre los originales de lo que más me ha gustado. Sólo en el delirio insaciable de la industria discográfica se puede pensar que la gente deba comprar los miles de discos a los que tienes acceso ahora para escoger, cuando decide consumir.

Es falso decir que compartir nos hará perder el aprecio por los creadores y los originales. ¿A caso se ha dejado de vender el Quijote porque sea de dominio público? ¿A caso se ha dejado de vender porque los padres pueden pasar la copia del Quijote que había sido de los abuelos a sus hijos? ¿A caso se dejará de ir a los estrenos de Almodóvar y a conmovernos allí,- los que se conmueven en los estrenos de Almodóvar -? ¿Dejará Almodóvar de ser millonario? Seguramente no. ¿Algo menos millonario?¿De veras la población entera tiene que preocuparse por las fluctuaciones en la fortuna de Almodóvar?

Sin duda la cultura, como ha sido siempre y siempre será, seguirá produciendo comunidad, emociones y riqueza y también inversiones. Seguirá copiándose a sí misma para producir nuevos originales, seguirá convocando a la gente allí donde se manifieste. Ahora, en la era digital, seguirá habiendo más y más gente que se dedique a la cultura con lo que aprenda directamente de otros a través de la red. No se pierde el aprecio a los creadores, todo lo contrario, son personas más cercanas, son nuestros maestros cotidianos, somos nosotros mismos. Lo que sí está pasando es que estamos perdiendo el aprecio a los intermediarios.

HABLEMOS PUES DE LOS INTERMEDIARIOS: LA (RE)CONVERSIÓN

La industria cultural hasta hace poco era el principal intermediario entre el artista y su público. Este intermediario ahora es internet.

Vivimos el periodo de mayor producción y consumo de medios audiovisuales de la historia.

En mi bolsillo puedo llevar un reproductor de mp3 con miles de canciones. A través de MySpace escucho las novedades de los grupos musicales de cualquier lugar recóndito del mundo. ¿Quiere esto decir que esté perjudicando la difusión de la cultura?

Las oportunidades de negocio derivadas del mayor consumo audiovisual de la historia son inmensas, pero las reglas del juego implican un usuario activo que accede directamente a la información prescindiendo del lento y costoso sistema de intermediarios.

En la era del consumidor-productor, en la que por suerte todo el mundo puede acceder fácilmente a la cultura y a sus medios de transmisión y producción, la industria cultural tal como la conocemos ahora ha llegado a un callejón sin salida y debe reconvertirse.

La reconversión de esta industria tiene que ser asumida por las mismas empresas de forma - como el mismo nombre indica - emprendedora, invirtiendo en las nuevas posibilidades en lugar de intentar frenar su desarrollo, sin impedir, como está ocurriendo ahora, la competencia leal y la creación de nuevos puestos de trabajo. Tampoco la ciudadanía tenemos que costear - y menos en tiempos de crisis - esta reconversión ni en términos económicos, con cánones indiscriminados y de dudosa justificación legal, ni paralizando el desarrollo de toda la sociedad, destruyendo su ecosistema creativo, en un momento de florecimiento cultural jamás vivido antes de ahora. »

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